Un beso... Dulce amargura que por tus labios pasa, dulce esperanza que por mi alma resbala.

martes, 26 de junio de 2012

Escalofríos


Esa sensación cuando se sienta delante de ti, te acaricia una de las piernas, juega con sus dedos formando imágenes o cumpliendo deseos, o simplemente la recorre provocando un suave cosquilleo hasta llegar al muslo, y ahí, ahí te sujeta con firmeza, y sonríe... Sonríe mirándote a los ojos. Eso provoca un tremendo escalofrío, tanto, como una gota de agua fría que cae del cabello mojado, bajando desde la nuca, hasta donde la espalda pierde su nombre.

Al fin y al cabo todo queda en la imaginación pero, ¿por qué sientes un escalofrío?

Lo más probable es que sea de placer, lo más probable y lo que más sacia a uno mismo. También de dolor, esa ausencia que está presente a cada segundo, que se hace amarga por momentos, que te tienta a desistir. ¿Curiosidad? Puede ser, esa intriga con la que esperas un siguiente acto que nunca ocurre, o con la que despiertas más ganas. Pero sobre todo, por razones que son imposibles de describir.
Y cuando pasa, sabes que no desistirás por nada; que si las cosas se engrandecen, tú serás gigante; que si intentan pisarte, tú esquivarás el pisotón; que si alguien piensa que puede contigo, le vas a demostrar que se equivoca, que eres fuerte; que si quieren hacerte llorar, tú vas a poner tu mejor sonrisa. Y todo, absolutamente todo, comienza con un escalofrío que sólo tú sabes qué lo causa.

Pero todo lo que he escrito sólo yo lo puedo creer, porque todo está dentro de mi cabecita, y nada de esto ocurre en la realidad, ¿no? Quizá sea la hora de cerrar los ojos y continuar imaginando.

jueves, 14 de junio de 2012

La pequeña princesa insaciable


Aquella noche pude darme el capricho de hacer la cena en ropa interior. Las ventanas estaban entreabiertas y las cortinas sin recoger. El escaso viento que podía entrar, las movía. “We are young”, sonaba mientras caminaba por la casa descalza y casi desnuda, sin importarme que alguien pudiese verme a través de una de las rendijas. Coloqué el mejor mantel, los cubiertos más bonitos, las velas blancas que más tarde encendería... Y sólo un plato. Como la cena no enfriaría tan rápido, decidí darme un baño. Total, toda aquella parafernalia sólo era para mí. Encendí velitas mientras dejaba que la bañera se llenase de agua bien caliente. Eché lo necesario como para que todo se cubriese de espuma, y me desnudé. Una sensación de tristeza me llenó al mismo tiempo que metía cuidadosamente un pie en el agua para comprobar que estuviese a la temperatura ideal. Sí, lo estaba. Me fui mojando poco a poco, hasta tener todo el cuerpo cubierto de agua espumosa, y con el pelo recogido en un moño que no tenía pensado mojar. Allí, recostada en la bañera, me puse a recordar la primera vez que te vi. Sin saber ni cómo ni porqué, rompí a llorar. Hacía ya tiempo que nadie me hacía sentir como una princesa, que nadie me regalaba un “te quiero”, hacía demasiado tiempo que estaba sin ti. Las lágrimas resbalaban por mi cuerpo hasta perderse en el agua, mientras yo me enjabonaba con el gel con olor a vainilla. Me apresuré para terminar y salir de la bañera para que la cena no enfriase demasiado.

Me sequé, me envolví en una corta toalla, y fui a ponerme un ajustado vestido rojo, por encima de una combinación negra con transparencias. Medias hasta el muslo, con una pequeña puntilla en ese punto. Mis tacones más altos. Traté de maquillarme lo más natural posible, para darle el toque rojo pasión a mis labios. Me recogí el cabello con un pasador brillante, tal vez lo único brillante de mí esa noche. Me dispuse a cenar de esa guisa, cuando alguien llamó a la puerta. No esperaba a nadie. Miré quien era y me sorprendí. Tú. Abrí rápido y me quedé pasmada ante ti, sin saber qué decir. Una lágrima fugitiva se me escapó, y te arrimaste a mí, sin prisas, y cuidadosamente la secaste con un beso. Te abracé, y tú a mí, y me dijiste que te quedarías conmigo.

Te llevé de la mano hasta mi cama. Sabías que quería volver a sentir más placer del que, hasta ahora, sólo yo me había dado. Nos desnudamos lentamente. Sentir tu aliento en mi nuca, hizo que se me erizara la piel. Me mordías una oreja, mientras yo llevaba tus manos hasta mis pechos. Esbozaste una sonrisa al recorrer mi piel con la nariz, y ver que olía a vainilla como la primera vez. Te sentaste en la cama, yo coloqué una de mis piernas a cada lado de ti, me senté de modo que pudiese mirarte, quitaste el pasador de mi pelo, tus manos se hundían en él, yo recorría tu pecho con las mías, besaba tu cuello, te mordía, y sin darme cuenta estábamos jugando boca con boca, nuestras lenguas se buscaban, nuestros alientos se encontraban. Cuando todo lo necesario estaba más que humedecido, me llenaste, lo hiciste fuerte, sin pensártelo, sabiendo que no me harías daño. Empezaron a oírse gemidos mientras sonaba “Don't Cry” de fondo. Tus manos en mi cintura, me movían apretándome contra tu cuerpo. Decidiste moverme, me empujaste contra el cabecero, estaba frío y eso hizo que mis pechos se endureciesen más, cada vez te sentía más dentro, con más ansias, con más deseo. Nuestras miradas se encontraban, te pedía que me besaras para ahogar algún que otro gemido, mis manos bajaban por tu espalda, te apretaba contra mí. Los dos llevábamos mucho deseando esto. El sudor de nuestro cuerpo, hacía que resbalásemos más. Recorrías mis pechos con la lengua, mientras yo sentía el placer que no había sentido nunca. Te mordía en el hombro para no gritar. Se oía el roce de nuestros cuerpos. Me hiciste llegar al clímax, a la vez que tú.

Los dos nos miramos, esbozamos nuestra sonrisa pícara, estábamos cansados y sudados. Tú seguías abrazándome, y yo recorriendo tu cuerpo con mis dedos. Te había dejado la marca de mis uñas por toda la espalda, y tú a mí la de tus mordiscos por todo el cuerpo. Otra vez contigo, con mi olor característico, nuestras sonrisas, nuestras muestras de cariño. Me susurraste un “te quiero” al oído, el cual fue correspondido. Me trataste como a una princesa, me hiciste sentir el placer que añoraba, me quisiste.

Lo último que recuerdo es que te dije “quiero más”, y respondiste “me encanta que seas mi pequeña princesa insaciable”.

Al instante abrí los ojos. Me desperté sudada y con los ojos llorosos. Todo apuntaba a que había sido un sueño. Sin embargo, las marcas de aquel deseo estaban presentes en forma de pequeños mosdiscos. No puede haber sido real... O sí.

lunes, 11 de junio de 2012

Ha dejado de brillar


Una vez conocí a una chica que, de niña, lo tuvo todo. Cada una de las personas que la rodeaban, le daban amor. Todos compartían todo con ella, y ella con los demás. Era una preciosa niña cariñosa, extrovertida, siempre sonreía, soñaba... Brillaba.

Como cada ser humano fue creciendo, y aceptando las responsabilidades que eso conllevaba. Pero no fue fácil para ella. Fue un cambio brusco.

La gente que la quiso de pequeña,  la fue empequeñeciendo poco a poco hasta conseguir que se sintiera una cualquiera. Perdió la costumbre de regalar sonrisas, ya que pasó a afrontar la vida de una manera mucho más fría. Sólo buscaba encontrar la soledad en alguna parte, para poder llorar y llorar mientras se preguntaba qué razones había para seguir adelante. Se convirtió en una persona tímida e introvertida. Añoraba las muestras de cariño. Fue dejando de creer que su único sueño se cumpliría, ella jamás encontraría a su príncipe. Terminó por desear que su luz se apagase del todo, y así dejar de brillar.

Ella lo decidió, no pudo con lo que tenía a sus espaldas. Eligió el suicidio como último recurso tras haberlo intentado todo. Nadie estuvo ahí, intentando ayudarla a salir adelante. Se fue creyendo que en otra vida encontraría a su príncipe, sin saber que, en esta, ya tenía uno esperándola. Tuvo una vida corta, llena de sufrimiento, de dolor, de penurias, de tristeza, de deseos imposibles, de amor oculto.


Y yo me pregunto, ¿por qué algunas personas no se tragan el orgullo y demuestran lo que realmente sienten? ¿Por qué hay que hacer que alguien se sienta inferior? ¿Por qué? Por qué...

jueves, 10 de mayo de 2012

Soledad


No hay nada como un paseo a solas por la playa.

Caminar descalza por la arena calentita mientras el agua te alcanza los pies de vez en cuando, y en tu cabeza suena la misma canción una y otra vez.

Ver el atardecer en soledad, dejando que algunas de tus lágrimas se pierdan entre granos de arena y otras se fundan con el agua salada del mar.

Imaginar que cada ola que rompe al llegar a la orilla, independientemente de lo grande o pequeña que sea, son las piedras que vas encontrando en tu camino. El mar sigue intentando que esas olas lleguen lejos. Sin embargo, tú te derrumbas porque ya no te quedan fuerzas.

El viento, que sopla fuerte, te despeina mientras intentas recordar todo lo bueno que te ha dado esta vida hasta ahora. Entre lo poco que encuentras, está él. Te encantaría tenerle ahí. Cambiar ese momento en soledad por estar a su lado, porque no es fácil estar separados.

Y te lo imaginas contigo. Recreas un abrazo que hace que os fundáis en uno, al mismo tiempo que aquella canción suena de fondo en vuestras mentes y le recuerdas que le quieres más que a nada, que no quieres volver a separarte de él, le pides que no se vaya.

Es ahora cuando sólo es el sonido del oleaje el que acompaña a esas lágrimas de amor sincero que resbalan por vuestras mejillas.

Todo desaparece entre los besos lentos y los latidos de vuestros corazones.

Ahora sois uno.



lunes, 9 de abril de 2012

Tú me haces feliz

Con seguridad puedo empezar a escribir esto, diciendo que eres la mejor persona que se pudo cruzar en mi camino. Yo sólo buscaba un cambio en mi vida cuando apareciste tú. Comenzaste a sacarme sonrisas, conseguiste que aflorasen sentimientos dentro de mí, sensaciones que nunca había tenido, de tal manera que ahora te quiero. Sin duda, te has convertido en una de las personas más especiales que forman parte de mi vida.

Y es que lo tienes todo. Con cada sonrisa que me dedicas, haces que me muera por besar esos labios. Cuando me miras fijamente, consigues que me derrita. Al ver tus delicadas manos, lo que más deseo es que recorras mi cuerpo con ellas. Cuando me muestras tu cuello, tengo que reprimir mis ganas de morderte suavemente...

Es imposible que te encuentre defectos, porque me estás haciendo muy feliz. Sólo hay algo que pueda mejorar esto, estar juntos al fin. Tenerte conmigo, poder rozar tu piel, despertarme con frío en plena noche y volver a dormirme abrazada a ti, comerte a besos al mismo tiempo que amanece, decirte lo mucho que te quiero mientras que te miro a los ojos y muchas otras cosas que podremos cumplir. Mientras esto no sea posible, hagamos que el deseo aumente sonrisa tras sonrisa, gesto tras gesto que nos dedicamos, segundo tras segundo que pasamos hablando.

Sólo quiero que me prometas una cosa: que te quedarás conmigo todo el tiempo que sea factible. Yo te quiero y tú me quieres. Hagamos que este "nosotros" se fortalezca porque tú me has enseñado que todo es posible, tan sólo hay que luchar por ello.

miércoles, 21 de marzo de 2012

Sonrisas disfrazadas


No es malo tener días en los que veo que las cosas no van bien. Lo que no es normal es que la gran mayoría de mis días sean de esos en los que todo va al revés.

Yo no espero tener la vida perfecta. No quiero llegar a lo más alto, ni tenerlo todo a mis pies. Quiero lo justo. Esa recompensa por todo lo que hago. Y con "recompensa" no me estoy refiriendo a cosas materiales porque de eso me sobra. Lo que pido es que la gente que realmente me quiere, me lo demuestre. Que me lo recuerden. Solo necesito que alguien me escuche. Que esa persona se acerque y me diga que está y seguirá estando ahí para lo que necesite y que, acto siguiente, me de un abrazo que dure el tiempo que haga falta mientras estamos en silencio. Me gustaría que hubiese alguien ahí a quien no le hiciese falta leer esto para darse cuenta de que estoy realmente mal. Totalmente hundida.

Por otra parte siempre quise encontrar a alguien con quien tuviera realmente afinidad y no nos moviese el interés. Alguien que no tuviese la patética necesidad de mentirme para conseguir que yo sienta algo. Por fin encuentro a esa persona, y seguramente todo se terminará yendo al traste por culpa de quien solo trata de hacerme daño.

Es bastante difícil ser la que está ahí para todo el mundo, independientemente de quien se trate, y la misma que no tiene a nadie para ella. También lo es, ver que mis sueños se destruyen en menos de un segundo. Y que cuando intento contarle a alguien cómo me siento, cosa que para mí es casi imposible dado que todo me lo guardo para no molestar a nadie, solo reciba un "son tonterías". No es sencillo darme cuenta de que mi vida se desmorona sin que, no por falta de intentos, pueda hacer algo.
Yo no pido un "te entiendo" sino un "te escucho".

Mi pregunta es: ¿Qué estoy haciendo mal?

Ahora me doy cuenta de que todo lo oculto tras una sonrisa y nadie se molesta en intentar ver lo que se esconde tras ese insignificante y, a simple vista, alegre gesto.

miércoles, 25 de enero de 2012

Confianza


Puede parecerte una persona con una gran personalidad, la persona más maravillosa del mundo.

Quizá esto es cierto, o quizá lo crees porque te ha ayudado a salir del socavón donde te encontrabas no hace mucho tiempo. No querías reconocerlo pero necesitabas ayuda para salir de allí, y él te la ofreció sin necesidad de pedírsela.
Ahora es cuando dudas de lo que sientes  por él. Igual es cariño, aprecio por esa ayuda que te prestó, o igual de verdad le estás empezando a querer.

¿Por qué no confías y muestras de una vez lo que sientes de verdad? O mejor aún, ¿por qué no aceptas eso que sientes?

Tal vez estés buscando la manera de volver a atrás en el tiempo para ver si puedes cambiar algo.
Deberías dejar a atrás el pasado. Olvídalo, bórralo porque no merece la pena seguir recordando todo eso. Comienza de nuevo porque, sabes qué? Tú puedes.
Saca partido a ese voto de confianza que te está dando. Lucha por ese sueño que tienes ahora mismo, haz lo que sea para conseguir eso que tanto ansías.

Y, sobre todo, no dejes que crea que está perdiendo el tiempo.

miércoles, 11 de enero de 2012

Un ápice de esperanza


Crees que todo ha terminado. 
Después de todo lo que te ha dicho, de como te ha hecho sentir, después de ver que no ha tenido en cuenta todo lo que hiciste por él. Ves que durante todo este tiempo no supo valorarte, y te das cuenta de que has estado perdiendo el tiempo.
Tratas de reaccionar a pesar de que ya sea tarde. Comienzas a decirte a ti misma que no vas a soportar algo así. Sabes que él hizo que dejaras de reír y derramaras lágrimas por él. Lágrimas que no sentía de la misma manera que tú, o más bien, que no sentía. Pero por mucho que te dices a ti misma para tratar de convencerte, parece que no funciona. Todo en vano. Es entonces cuando crees que ya ha terminado con tus fuerzas, todos tus sueños se desvanecen sin más porque, sin él, esos sueños para ti ya no tienen sentido. No te queda ni un ápice de esperanza.

Pero un día, cuando menos te lo esperas, aparece otra persona. Una que no conocías pero que con un simple saludo o una sola palabra, te hace sentir bien. Poco a poco os vais conociendo y empieza a sacarte sonrisas. Te hace reír de verdad después de tanto tiempo.

No sabes muy bien cómo, pero comienzas a olvidarte de todo lo que te pasó anteriormente, y vuelves a tener ilusiones de nuevo.

Entonces te das cuenta de que creías que todo en la vida se reducía a él, y ahora ves que no es así. Estabas demasiado ciega como para reconocer que te estaba haciendo daño.

Puede que este chico que consiguió hacerte reír de nuevo, que hizo que fijaras las pocas ideas claras que tenías y, que fue capaz de hacer que abrieras lo ojos sin conocer ni el más mínimo detalle de tu vida, sea tan solo una mera amistad.

Pero una amistad que se ha vuelto especial para ti, una amistad realmente valiosa.

Necesito verte otra vez

 Una sola persona puede hacer que tu vida de un giro de 180º. Quizá eras tú esa persona. Apareciste en mi vida pero no por mucho tiempo debido a causas de fuerza mayor. ¿Por qué te tuviste que ir tan pronto? Yo te necesitaba a mi lado y, cada vez me doy cuenta de que te necesito más. Creo que serías como un confidente y a la vez me harías de escudo protector cuando me metiera en problemas. En fin, me arrepiento de no haber jugado contigo mientras que pudimos. Es lo que tiene ser pequeña y no darme cuenta de que en cualquier momento nos podíamos separar de esta manera. Hay veces, y son muchas, en las que me paro a pensar en como serías ahora. Tendrías veinte añitos. Serías el ojito derecho de papá y mamá. Te aprecio muchísimo a pesar de que no me hayas dado tiempo a conocerte. Cuando te vuelva a ver que sepas que te echaré en cara que te hayas ido tan pronto. Creo que, sobre todo papá, te echa de menos. Pide demasiado y, no es que yo no cumpla como hija (en fin, creo que no soy tan mala), pero pienso que si me hubiera ido yo en tu lugar, todo sería diferente. Ya me canso de oír represalias que no vienen a cuento. Las aguanto porque no me queda otra, pero sé que a ti no te dirían ni la mitad. Pero no es eso lo que importa. Aunque parezca la tontería más grande del mundo, hay veces que estoy hablando sola y de repente noto que hay alguien que me escucha. Y sigo hablando tan tranquila porque pienso que eres tú. Es como una sensación de protección que me gusta.

 Es el único momento en el que te tengo cerca.