Un beso... Dulce amargura que por tus labios pasa, dulce esperanza que por mi alma resbala.

jueves, 10 de mayo de 2012

Soledad


No hay nada como un paseo a solas por la playa.

Caminar descalza por la arena calentita mientras el agua te alcanza los pies de vez en cuando, y en tu cabeza suena la misma canción una y otra vez.

Ver el atardecer en soledad, dejando que algunas de tus lágrimas se pierdan entre granos de arena y otras se fundan con el agua salada del mar.

Imaginar que cada ola que rompe al llegar a la orilla, independientemente de lo grande o pequeña que sea, son las piedras que vas encontrando en tu camino. El mar sigue intentando que esas olas lleguen lejos. Sin embargo, tú te derrumbas porque ya no te quedan fuerzas.

El viento, que sopla fuerte, te despeina mientras intentas recordar todo lo bueno que te ha dado esta vida hasta ahora. Entre lo poco que encuentras, está él. Te encantaría tenerle ahí. Cambiar ese momento en soledad por estar a su lado, porque no es fácil estar separados.

Y te lo imaginas contigo. Recreas un abrazo que hace que os fundáis en uno, al mismo tiempo que aquella canción suena de fondo en vuestras mentes y le recuerdas que le quieres más que a nada, que no quieres volver a separarte de él, le pides que no se vaya.

Es ahora cuando sólo es el sonido del oleaje el que acompaña a esas lágrimas de amor sincero que resbalan por vuestras mejillas.

Todo desaparece entre los besos lentos y los latidos de vuestros corazones.

Ahora sois uno.



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